Después de pasarnos los últimos nueve días
en un stand de la feicobol trabajando como modelos y ligando a
gringos; nos dimos cuenta que merecíamos unas mini-vacaciones, es
así que nos fuimos directo a la feria del pichón, ¿el sitio exacto de este
evento? no importa sea en Cliza o Punata, o en plena laguna Alalay. Queríamos
asistir a un evento "cultural". Nos tentó la comida, y como dice
nuestra abuelita también “las bebidas espirituosas”; al llegar nos dimos cuenta
de dos cosas: que el pichón y su precio andaban “por las nubes” y las canciones
que tocaban en el evento -folklóricas o no- eran las mismas de siempre.
Luego de juntar todas nuestras monedas y
conseguir alguna rebaja, dimos rienda suelta a nuestros placeres, jurando quedarnos
a vivir en tan bonito lugar. Dicha euforia nos duró más de tres horas, las
cuales al llegar a su término provocaron la famosa “resaca moral”, dando origen
a varios lamentos sobre nuestras vidas y su rumbo, la infortunada suerte de los
pichones, lo cara que anda la vida y lo fácil que los gringos cayeron a
nuestros pies en la feicobol. Kiss me american guy.

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