22. Música para regar tomates

La vida de un agrónomo tiene sus delicias, una de ellas consiste en el arte de regar, hablar, querer y ser querido por los tomates;  este arte milenario viene de una tradición oral que ha perdurado a lo largo de cientos de años y que  sólo se confiere a quienes han cursado la carrera de Agronomía, así que poco o casi nada podemos revelar sobre este aspecto, quizás el único consejo que podamos dar es el de mezclar semillas de tomate y tabaco, rociar con el material radioactivo de su preferencia y listo, usted acaba de plantar un Tomacco fresco y saludable.

De lo que sí va a tratar este post, es acerca de nuestro viaje al bosque de Pairumani, lugar al que fuimos comandados por el ex boy scout Santiago Sauzgatillo a manera de rehab de tantas pastillas y cervezas que hemos estado consumiendo con avidez en los últimos meses. 

Desgraciadamente sólo logramos llegar a la primera parada; debido a que nuestro guía tuvo la brillante idea de ir por una ruta alternativa  que resultó un fracaso total,  además de la lluvia y  viento que imperaron en el ambiente por escasos cinco minutos, mismos que fueron suficientes para que emprendamos una retirada vergonzosa, que se tornó agotadora porque extraviamos nuestras monedas y no hubo un gentil conductor que nos quisiera llevar a dedo. Esta no es una ciudad para viajeros improvisados. Lo positivo de la expedición: en el camino a casa nos encontramos con algunas flores de floripondio, ideales para hacernos un té como buenos descendientes británicos que somos. Hay malas costumbres que es preciso cultivar. 


Pincha sobre los tomates asesinos y descarga el show #22:


Discos tomatozos:












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