(Versión Tom Waits)
Me gustan mis amigos. Me gusta su programa y la
desfachatada cordura con la que disfrutan del aburrimiento. Me gusta que les
guste la idea de estar lengüeteándole el ojete al culo del mundo, convencidos
que éste, en el fondo, lo goza tanto como ellos gozan de su emisora burlona y
trashumante. Me gusta que se rian a carcajadas de ellos mismos y de la seriedad
de los que piensan que existe algo más serio que entregarse a la fascinación de
nuestros errores. Me pone contento. Me hace sentir bien el saber que aún
podemos emborracharnos un día martes en esta casa o en plena calle y subirle el
volumen a los parlantes y romper las copas y hablarnos fuerte sin que nadie nos
exija o nos moleste.
Me gusta estar convencido que para algunos no hay
otro modo, que termina cansando el ir siempre con el gesto quejumbroso del que
en medio de su molestia se acostumbra al lloriqueo y no hace, ni deshace nada.
Se queda quieto, pero no quieto en contemplación de lo finito, sino quieto como
aquieta el miedo a sacudirse un poco y en esa quietud se llena de hongos.
Me gusta todo el descreimiento con el que estos agrónomos se beben a bocanadas el agua con la que sus plantas deberían
estar creciendo, para luego orinarse el uno al otro y generar esta bizarra
fotosíntesis que, sin lugar a dudas, oxigena. ¿Que exagero? Pues sí, siempre y
vociferantemente.
No me gusta, eso sí, que como dueños indiscutibles
del boliche, no hayan puesto la lista de temas que había seleccionado para la
ocasión, entre los que se encontraban, “Veglio Di Una Città” de Lugi Russolo,
padre indiscutido del Noise que en 1913 junto a Marinetti, hizo de las suyas en
unos cuántos teatro vacíos de Milan, “Humming bird” de Merzbow, el japo
maestrísimo a la hora de hacer sonar lo que sea que le llegue a las manos, o “Mulberry” en una versión rarísima en la que la
gritona Yoko Ono junto a los vejetes de Sonic Youth logran una pieza digna de
un programa como éste. En fin. Me gusta sin embargo haber recordado a Benny
Hill y por supuesto al guatón Porcel. Me gusta también que haya estado Claudia
Michel recordándoles que algo similar había sucedido con la lista de temas
propuestos por ella para la versión dedicada al jazz, por lo que hemos
comenzado a pensar en hacer nuestro propio y descalabrado programa radial.
Para terminar, me gusta la idea de la caducidad. Me
gusta saber que Ctrl Alt Supr tiene fecha de término. Me recuerda lo fugaz que,
finalmente, resulta ser todo y por lo mismo la necesidad de estar siempre
atentos, con los ojos bien abiertos intentando sacar el máximo provecho a cada
cosa que se nos cruza o que buscamos. Me gusta haber escuchado a otros amigos reconociendo
“un buen estado de salud” después de escuchar las guevadas que durante una hora
y media hablamos. Y es que me gusta la fascinación, tanto o más que el mismo descalabro.
Gracias por la invitación (forzada) chicos
Les envio un beso ultramega
Juan Malebrán
Juan Malebrán
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ay que lindo!
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