32.2 Casting

Desde las siete mirando el reloj ansiosamente, el tic tac sonaba más fuerte que de costumbre…. “Llegar justo a tiempo”. La asesina voz de Arjona sonaba en casa, mientras pedía a los dioses de todas las religiones que ese suplicio se terminara pronto, mi tía parecía disfrutar tanto de las incongruencias que cada cierto tiempo aumentaba el volumen de aquella maquina desgarradora de oídos en que se había convertido el estéreo. ¿Por qué todo el mundo publica el cronograma de actividades de fin del mundo? Ah! Ahí está Arjona de nuevo. Bueno, ya empezó… 

Reviso la playlist una y otra vez, esperando una última calificación, pero nada en esa estúpida pantalla cambia. “Un punto menos”, retumba en mi cabeza. No tenía idea de cuántas personas habían atendido el llamado, no tenía la menor idea de lo que hacía, y lo más raro aun no tenía la menor idea de por qué carajos hacia tanta calor! 

-Ponte un suéter!- Mi madre entró en la habitación de golpe quebrándome los nervios. Llaves, dinero, celular…-Ni se te ocurra llegar tarde, no quiero escuchar que se pinchó la llanta, que no había buses, que se murió la abuela de no sé quién, que el chofer se lanzó un pedo. 

Eso último en realidad salió de la boquita de mi mamá o ¿lo pensé yo? No importa. El plan era llegar con pañoleta floreada, una gabardina, estilo franco-cubano, en qué momento se me ocurrió dramatizar las cosas; ellos pondrían mi nombre en un vistoso letrero, baile sobre la mesa si no los podía ubicar, prometieron… No soportaba ni siquiera la pañoleta. 

AUDIFONOS! Cómo sobrevivir sin ellos de camino al lugar de encuentro. Finalmente decidí salir de mi habitación. 

- Adiós, no me esperes…

-Señorita, usted vive en mi casa y como tal sigue mis reglas.

-A eso me refería mamá….

“Qué bueno que traigo suéter, me hizo frío en el camino” -Imbécil! Usa guiñadores para girar!- La culpa era mía, intentando prender el porro no me di cuenta que se acercaba un auto. Acabo de recordar que tengo hambre, ya habrá tiempo. Las calles de Cochabamba están frescas, las luces navideñas inundaban el paso… y los transeúntes también. “Un punto menos” 

Seríamos dos, tres, diez para el casting. No, diez no, no todos escuchan buena música; por lo menos están en el revuelo de la navidad y el fin del mundo. 

Qué vacío está este pasaje, aún es temprano.

Por lo menos en la España venden drogas, dicen. ¿Notan el olor a droga? Llovía, diré. Un cigarro… a nadie le hace mal de vez en cuando, no, lo notarían en mi aliento, creerán que estoy ansiosa…bueno, ya no estoy ansiosa.

Diez minutos de anticipo, necesito un chicle, ir y volver a la plazuela Colon. Mierda! Aún tengo cinco minutos, esperare pacientemente hasta las ocho en punto para llamar… Nada, el resultado lo quiero ya! Tuuuu, tuuuuu 

-Hola?

-Santi o Fuco?

-Santi.

“Necesitare un café cargado para estar alerta…” –Qué calor hace! Muéstrame tú donde es la cosa.

El resto es historia, o mejor dicho el resto es programa de radio.


Thaís Escordonia



Dale click a la imagen que escogió Thais para este post, (no tenemos ni la más pálida idea del porqué de esta elección):



Discos para un casting:





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